domingo, 15 de enero de 2012

Conversaciones con Ñora II (El oficio y otras reflexiones)

–Lo suyo ya no tiene nombre –me suelta Ñora sin venir a cuento.

Como la conozco de sobra cuando habla en ese tono me levanto de la silla para hacerle frente.

–Me refiero al hecho del blog, de ese estilo plagiado y de ese sobrenombre que no tiene nombre –continúa–. Lo suyo es no tener vergüenza –remata algo enojada y se sienta.

Le digo que vayamos por partes y la llamo Ñorita como para apaciguar los ánimos y marcar un poco la cancha. Le cuento que lo del blog va para los 3 años y que lo uso solo para mantener la mano caliente.

–A otra vaya a meterle ese cuento chino –me interrumpe y contraataca–. De sobra es conocido que todos los artistas, escritores y periodistas son unos narcisistas, egocéntricos, soberbios e hijos de mala madre, –vomita con una rabia poco usual.

Para no llevarla la contraria le digo que los periodistas somos los que menos pecamos de esos elogios y que mi blog apenas tiene seguidores.

–Eso le pasa por fainéant, vago, lazy… pero explíqueme lo de su pseudónimo, –prosigue– ¿no podía escoger alguno más original, o es que su adorado Cortázar lo embobó tanto que ahora usted se cree un personaje de su libro?

Le miento que lo de Horacio es en homenaje a Quinto Horacio Flaco, uno de los principales poetas líricos y satíricos en lengua latina. Y lo de Oliveira es por Héctor Olivera, el director de cine que me hizo moquear con una de sus películas.

–Si, me acuerdo haberlo visto en pésimo estado. Pero bueno, allá usted si no quiere reconocer la influencia y el plagio, aunque sea involuntario, de su querido cronopio mayor.

Al fin y al cabo, todos no somos más que la copia de la copia de una copia, le asesto como para zanjar el tema.

–En cualquier caso yo creo que debió escuchar a su amigo el Canijo. Todavía recuerdo cuando le dijo: “tonto, esas cosas de los blogs no hacen más que dispersar la energía para crear la conciencia que desemboque en la revolución”.

Reconozco las palabras sabias del amigo pero le explico a Ñora que no abarcan toda la realidad, dado que hace rato empezó esa dispersión y que creo que es ahí precisamente, donde debe nacer el marcito de conciencias para crear el mundo nuevo con el que soñamos los soñadores.

–Eso me suena mucho a Galeano, el plagio es algo que lleva muy adentro Horacio, pero bueno, usted ya no tiene remedio, –me dice al tiempo que se prepara para salir.

Antes de que cruce la puerta le comento mi intención de relanzar el blog pero ella apura el paso y cierra la puerta.

–Entonces cuento con vos Ñorita, –le grito ya en la calle.

–Y que le vamos a hacer –dice con desinterés–,  pero eso sí, me tiene que alimentar y tenga en cuenta que lo voy a molestar cuando menos se lo espera, –remata con frialdad.

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