domingo, 22 de enero de 2012

Exilio ¿voluntario?

A Gabi, que también busca

Ya no hay lugar posible a donde escapar. El poder con sus tentáculos invisibles ha penetrado hasta las partículas del alma. ¿A dónde huir compañeros de la aventura humana? ¿Dónde podremos refugiarnos de la lluvia de podredumbre que nos ahoga cada vez más? Si el mundo con sus fronteras absurdas es ya uno solo, pero moldeado a imagen y semejanza del poderoso capital. Si hasta en los países que se llaman ricos se expulsa a sus propios hijos, ¿qué esperar del trato que reciben los “intrusos” buscadores de sueños?

El poder busca solo a los elegidos para apuntalar más su sistema de expolio. Tanto es así que en Brasil, la llegada en los últimos años de 4 mil haitianos huidos de la ruina del país es considerada como una “ola de inmigración”. Mientras, en los últimos 3 años, 87 mil españoles “cualificados” huidos de la crisis fueron recibidos con la alfombra roja. El sistema, al igual que los dioses, condena a los pecadores de la pobreza y absuelve a los santos conquistadores de la riqueza.Y si bien necesita quien lave la vajilla, solo los elegidos están invitados al banquete.

¿Y nosotros, a los que no nos echaron del todo pero tampoco nos ofrecieron nada?
También nosotros sentimos que no nos fuimos sino que nos echaron. Nosotros, los exiliados ¿voluntarios?, no huimos de las balas del odio, como los perseguidos por la lucha de la libertad, sino por el hambre del cuerpo y del alma. Llenamos las valijas de esperanza y salimos despacito, sin hacer ruido siquiera, a buscar el lugar donde el estar vivo no tenga precio. Donde mantener los sueños no sea una utopía.

En el camino aprendimos nuevos mundos, amamos nuevas cosas y dejamos amores, pero no resulta fácil arrancarse del espíritu, el sentimiento del paraíso perdido en la patria abandonada. Aunque cuando uno se marcha de donde nació, ya no pertenece a ningún sitio pero a la vez pertenece a todos. Y como somos de todos los confines del mundo, debemos luchar desde nuestras trincheras, para defenderlo del poder que nos lo arrebata. Porque a fin de cuentas, como decía el canto, no importa donde se nace ni donde se muere sino donde se lucha.

2 comentarios:

Gabi dijo...

Muy lindo Fercho. Lo único que me da consuelo y que tengo presente cada vez más, es que siempre nos querará una última salida, un último refugio al que acudir cuando todo se hace demasiado frio e insoportable: nuestro rico interior. Cierra los ojos y disfruta.

Fernando Chamorro dijo...

También el antídoto de la risa, de los pequeños actos cotidianos que abren brechas en el orden establecido, el llanto que nos lava el alma y mil pequeños recursos más que nos hacen verdaderamente humanos y no lo que el poder prefiere: robots.